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Pintores famosos de obras de arte:
Jorge Mantilla Caballero

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Jorge Mantilla Caballero nació en Bucaramanga en 1947. Con tan solo ocho años de vida se dejó cautivar por la magia de los pinceles, el dibujo y los lienzos. Estudió en Cúcuta, en donde asegura que forjó su espíritu humanista y su disciplina. Para 1957 y gracias a esa cercanía con Venezuela, el joven, quien hoy es reconocido como el mayor representante del arte santandereano, ya dominaba el óleo, la acuarela, los acrílicos y algunas técnicas mixtas. Sin embargo, se tomó un par de años más para descubrir e identificarse con el expresionismo, corriente artística a la cual pertenece.

Sus obras, que ya superan las dos mil unidades y de las que perdió la cuenta hace varios años, se caracterizan por sus colores cálidos, pues los fríos lo hacen sentir melancólico, líneas gruesas, formas drásticas y anatómicamente equilibradas. Las figuras masculinas son sus favoritas y están plasmadas en cada rincón de su casa donde reposan decenas de obras. Su objetivo como artista, confesó, es que el público sienta el drama que ocultan las personas en su cotidianidad.

“Con mis obras quiero trasmitir energía, fuerza, elasticidad, caos y dualidad. El concepto de una sociedad inmersa en problemas no resueltos. Figuras que son dolorosas y están afectadas por el tiempo, el medio y su desesperación de avanzar pese a los obstáculos”, indicó el maestro Mantilla Caballero.

Aunque el artista dice que en sus pinceladas no hay espacio para las bonituras o las bondades, es detallista, minucioso, fiel a la anatomía muscular y con un gran dominio de las tizas. Si una obra no le gusta la modifica, la cambia de perspectiva o simplemente la desecha. Todo esto ocurre en medio de un cuarto de diez metros de largo por siete de ancho: su taller.

‘El taller del maestro’

Subiendo las escaleras de su casa el olor a pintura y el estallido de colores son señales de que en aquel cuarto de paredes blancas funciona el taller del maestro Jorge Mantilla Caballero. Allí sus obras toman vida.

Sobre uno de sus caballetes, ubicado en el centro de la habitación para que la luz le favorezca, descansa una cartulina color naranja donde un nuevo personaje está en proceso de creación. Mantilla Caballero toma de una de sus tizas negras y con destreza deja que su mano siga las líneas y los trazos que minutos más tarde dejarían ver la belleza de un cuerpo masculino, desnudo, lleno de movimiento y de músculos fuertes.

“El cuerpo femenino me gusta pero las mujeres son de formas más ovaladas, tranquilas y poéticas. Yo busco en el arte cosas drásticas”, aseveró el maestro. Y tal como si fuese un físico comparó sus momentos frente al lienzo con la Ley de acción y reacción de Isaac Newton. Para el artista toda figura que logra cautivarlo, merece ser plasmada para darle vida por medio del arte.

En aquel lugar los 24 grados centígrados de temperatura parecen calentar más de la cuenta, la sensación térmica aumenta cada minuto. Sobre escaparates de madera y metidos en latas de diferentes tamaños el maestro tiene cientos de pinceles, espátulas y brochas. Solo un par de ellas siguen nuevas. En el piso reposan las pinturas y pese a que no están organizadas, ni por colores ni por tamaños, el hombre de cabellos blancos y mirada cada vez más clara por el resplandor del sol no se siente incómodo. “Siempre las necesito, no me molestan que estén por ahí tiradas”.

Mientras su robusto hombre ‘tomaba vida’ entre las sombras del carbón semisuelto, explicó que su inspiración nace de emociones casuísticas, “si veo pasar a alguien y me gusta uno de sus movimientos, lo medito y tomo nota. Hago un boceto rápido y lo preparo para pasarlo al lienzo…”.

Tiene cientos de bocetos que se esconden en medio de libros y textos, en los que se sumerge para conocer cada vez más sobre el cuerpo humano y sus proporciones. Pinta con pasión, no es de los que necesita estar en un silencio profundo para que su imaginación vuele. Planea cada trazo antes de hacerlo y al momento de tocar el lienzo con la tiza es solo cuestión de confiar en sus manos.

Mientras aplica los tonos blancos con un lápiz de punta fina, recuerda su infancia en Venezuela. Narra cómo su madre le compraba los mejores insumos para que él pudiera hacer su arte. Su padre, trabajador de la industria tabacalera, jamás se opuso a su pasión. “Ellos estarían orgullosos de lo que he logrado. Mi familia son mi esposa Iliana y mi hijo Alejandro…”.

El maestro Jorge Mantilla Caballero es un hombre sencillo, amable, alegre y defensor del talento de los nuevos artistas santandereanos, aunque considera que algunos son temerosos. Sin embargo, lamenta la falta de estímulo y oportunidades para ellos. Le da miedo defraudar a quienes admiran sus obras y quiere que lo recuerden como aquel santandereano apasionado que defendió el arte hasta el último suspiro. Por ello, agradece el título de ‘Honoris Causa’ que le otorgó la UIS. “Estoy inmensamente feliz”.

El primer ‘Honoris Causa’ en Bellas Artes

El maestro Mantilla Caballero inició en el mundo de la pintura a sus ocho años. Después de cinco décadas de trabajo ha creado más de dos mil obras artísticas.

Tras 55 años de trabajo artístico, la Universidad Industrial de Santander, UIS, decidió otorgar el primer título de ‘Honoris Causa” en Bellas Artes al maestro Jorge Mantilla Caballero. Hernán Porras Díaz, rector de la UIS, aseguró que “para la Universidad es un honor darle, en nombre del pueblo santandereano, lo que se merece. Durante toda su vida ha dejado en alto el talento y el nombre de Santander, por eso es digno de ser reconocido”.

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